En uno de los bancales que no cuidamos, en la pendiente que llega hasta el río hay un almendro que sobrevive salvaje.
No se cuantos años llevará allí, seguro que muchos.
En su base está invadido por las zarzas pero él se empeña en en resistir.
El domingo, después de un cortito chaparrón se veía precioso, en flor y con el río al fondo....
Qué bonito, me encantan los almendros!
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